Habrá mucho por investigar, reflexionar y profundizar sobre los efectos emocionales del confinamiento. En este texto se describen los resultados de un sondeo con jóvenes de entre 15 y 19 años sobre las emociones que experimentaron y su relación con su vida académica y perspectiva de futuro.
En el sondeo “Estudiar la educación media superior en confinamiento”, realizado por Valora Consultoría, se indagó sobre diversos tópicos: acceso a la tecnología, clases a distancia, comunicación con docentes, aprendizaje y emociones experimentadas durante la cuarentena. En este artículo analizamos algunos de los datos obtenidos en dicha encuesta.
A los jóvenes se les pidió que expresaran la frecuencia con la que experimentaron seis emociones durante el periodo de confinamiento: alegría, tranquilidad, compasión, enojo, tristeza y miedo. La emoción más frecuente entre los 3,484 jóvenes que participaron fue el enojo, la segunda fue la alegría. La menos frecuente fue el miedo.
Emociones aflictivas y edificantes
Con el propósito de ahondar un poco más, utilizamos una técnica estadística que permite detectar patrones que agrupan a las personas por la afinidad de sus respuestas, lo que nos permitió encontrar dos grupos de jóvenes con respuestas similares: el grupo que denominamos “Experiencia positiva” (EP), integrado por jóvenes que experimentaron más intensamente emociones edificantes (1,440 jóvenes) y el grupo que denominamos “Experiencia negativa”, integrado por jóvenes que experimentaron más intensamente emociones aflictivas (2,044 jóvenes).
En la Gráfica 1 se puede ver que casi todos los jóvenes del grupo EP sintieron con frecuencia tranquilidad (92%) y alegría (95.7%), mientras que los jóvenes del grupo EN sintieron con frecuencia miedo (76.7%), enojo (90.3%) y tristeza (83.2%). La compasión es la emoción en la que menos se diferencian los grupos.
Fuente: elaboración propia con información del sondeo “Estudiar la educación media superior en confinamiento”.
Por circunstancias que desconocemos, un grupo de jóvenes, el más numeroso, lidió con emociones aflictivas con mayor frecuencia. Mientras que un grupo menor, pero importante en tamaño, enfrentó la situación con tranquilidad e incluso alegría. ¿De qué depende que las personas, en este caso las personas jóvenes, estén viviendo una experiencia subjetiva de la pandemia de forma tan diferente? Los alcances del sondeo no permiten formular hipótesis para responder estas preguntas, pero podemos suponer que las diferencias provienen de una combinación de circunstancias del contexto social y familiar, de vivencias específicas del confinamiento, de características personales y herramientas adquiridas en la vida para hacer frente a la adversidad.
Diferencias entre hombres y mujeres
Al analizar los datos según el sexo de los participantes, encontramos que los hombres se distribuyen por igual en los dos grupos. En cambio, 65% de las mujeres se ubica en el grupo EN y solo 35% en el grupo EP. En otras palabras, las jóvenes la pasaron más mal durante el confinamiento, se sintieron más enojadas y tristes que los varones. ¿Cuáles son las circunstancias en las que están viviendo las mujeres jóvenes el confinamiento? ¿Cuál es el efecto de los roles de género en esta vivencia? ¿Cómo están pesando el trabajo doméstico, la responsabilidad en los cuidados y la violencia intrafamiliar en el bienestar de las jóvenes? Todas estas son preguntas que probablemente irán encontrando respuesta con posteriores investigaciones, testimonios y análisis.
Experiencia y perspectiva académica
Posteriormente comparamos las respuestas que los dos grupos (EP y EN) dieron sobre cómo perciben distintas situaciones: la presión académica, la reprobación y el abandono escolar. Es notable que entre las y los jóvenes que tuvieron una experiencia emocional negativa, el porcentaje es más alto en todos los rubros.
Fuente: elaboración propia con información del sondeo “Estudiar la educación media superior en confinamiento”.
Los estudiantes que por diversas razones están enfrentando dificultades académicas en el confinamiento son también los que experimentan emociones aflictivas con más frecuencia. Al estrés académico con el que los estudiantes transitan por la experiencia escolar, se agregaron las limitaciones y obstáculos al aprendizaje que resultan del confinamiento y la imposibilidad de asistir a clases, el esfuerzo por tratar de cubrir las lecciones y cumplir con las tareas bajo presión, con incertidumbre y sin la certeza de estar comprendiendo los contenidos.
Socialización y soledad
Para los jóvenes, la escuela es un espacio de intercambio, convivencia y socialización, donde se encuentran los amigos y las amigas, donde se forman y crecen buena parte de sus habilidades socioemocionales. Casi todos los estudiantes que participaron en el sondeo pasaron el confinamiento con su familia. La mayoría se ha mantenido en contacto con sus amigos a través de las redes sociales. Un hallazgo importante es que 66.9% de las y los jóvenes del grupo EN se han sentido solos durante el confinamiento versus 25.6% del grupo EP.
La esperanza en el horizonte
La encuesta incluye una pregunta abierta sobre cómo perciben su futuro las y los jóvenes después del confinamiento. Sin pretender dar cuenta de todo lo que se dijo, podemos afirmar que las respuestas son diversas. Muchos, aunque no la mayoría, tienen una visión pesimista con relación a sus estudios: “El ciclo se perderá, no tenemos computadora e internet es imposible hacer las actividades, tengo que ir a rentar computadora al ciber para poder hacer mis trabajos y el saldo de mi teléfono se termina muy rápido”, (estudiante de bachillerato tecnológico).
Otros se encuentran preocupados por la incertidumbre económica de sus familias, y del país: “Catastrófico puesto que no tendremos los recursos necesarios como ahora, pues no tendremos trabajos, la economía del país ha sido cada vez más baja, no se cuanto más dure esto, pero si esto sigue así México quedará en pobreza extrema más de lo normal”, (estudiante de bachillerato tecnológico).
Finalmente, una buena parte de los jóvenes tiene una expectativa positiva, de esperanza. “Voy a disfrutar cada momento que pase con las personas que me rodean, no me voy a andar quejando de la vida, voy a valorar, voy a hacer lo que me apasione y me haga feliz”, (estudiante de CECYTE). “Creo que habré aprendido la importancia de estar en un plantel educativo y así mismo tener clases presenciales, pero sobre todo hacer conciencia en cuanto a la importancia del cuidado de la salud, la higiene, el amor y lo más importante que la naturaleza ocupa el lugar más importante en el mundo, que debemos cuidarla y hacer un cambio pues justo ahora somos vulnerables y algo tan fácil nos puede hacer daño e incluso llegar a la muerte, lo mismo pasa con la naturaleza: fábricas, sobreexplotación de la naturaleza, caza de animales, contaminación, etc.” (estudiante de preparatoria estatal).
Conclusión
Nada será igual dijeron varios jóvenes. Sería decepcionante que lo fuera, podemos agregar. Pero el sentido del cambio aún está por definirse. Desde luego habrá ajustes en la vida escolar en las siguientes fases de la pandemia. Seguramente se repensarán las modalidades de estudio, la equidad en la educación, la formación docente y muchos otros. Pensamos que una de las reflexiones muy profundas que debe hacerse desde el sistema educativo tiene que ver con las estrategias de apoyo y formación de habilidades socioemocionales de docentes y estudiantes. Porque todos tenemos la posibilidad, y el derecho, de contar con herramientas para enfrentar una sociedad en la que el riesgo llegó para quedarse.
Por Leslie Serna
Texto publicado originalmente el 31 de mayo de 2020 en Pluma púrpura, el Blog de MUxED, y con su permiso se reproduce en este medio.
Créditos de la imagen destacada:
Imagen «quedarse en casa» de soumen82hazra en Pixabay
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