Las niñas y los niños que han tenido el beneficio de la lectura literaria en dosis intensas de variada y buena calidad aprenden tempranamente a gozar y valorar los libros. Además, adquieren saberes culturales, tienen oportunidades para dar cabida a su imaginación y forman las bases de su juicio crítico para dar respuestas intelectuales, afectivas y estéticas a las circunstancias que los rodean. Se introducen en el análisis de su mundo interior desde donde inician la comunicación consigo mismos y con las demás personas, es decir, son conscientes de su individualidad, pero también de la relación con los otros en el reconocimiento y valoración de la diversidad.

Para ello, las personas adultas podemos hacer el compromiso de nutrir su entusiasmo y contagiarles las ganas de aprender y conocer, pero no debemos forzar a los niños y a las niñas para que lean. Por el contrario, si les transmitimos el amor por los libros estarán deseosos, desde pequeños, de aprender a leer y, con el tiempo, se convertirán en ávidos lectores. Dice Daniel Pennac, en Como una novela, que “El verbo leer no tolera el imperativo. Es una aversión que comparte con algunos otros verbos: amar…, soñar…”. De esa aseveración se desprende que el acto de leer debe estar ligado al acto de elegir qué leer, cuándo leer, dónde leer y cuánto leer.

Por su parte, Gianni Rodari señala –en Gramática de la fantasía– la existencia de “dos clases de niños que leen: los que lo hacen para la escuela, porque leer es su ejercicio, su deber, su trabajo (agradable o no, eso es igual); y los que leen para ellos mismos, por gusto, para satisfacer una necesidad personal de información (qué son las estrellas, cómo funcionan los grifos) o para poner en acción su imaginación. Para jugar a sentirse un huérfano perdido en el bosque, pirata y aventurero…. Para jugar con las palabras. Para nadar en el mar de las palabras”. Los niños y niñas en cuya formación participemos habrán de leer no solo por obligación escolar, sino que elegirán leer porque les gusta hacerlo, porque lo disfrutan intensamente y, por tanto, no pueden dejar de leer.

Es muy conveniente, entonces, tener en cuenta todo aquello que propicia en niñas y niños el contagio del gusto por la lectura. También distinguir las prácticas equivocadas –aunque puedan ser bien intencionadas– que conducen al disgusto y al rechazo por los libros. Compartimos la convicción de que el mundo de los libros es de mucha mayor riqueza vital que el de las pantallas.

A continuación, se enlistan algunas recomendaciones dirigidas principalmente a las maestras y los maestros que desean acercar la literatura a niñas y niños, de las que también pueden beneficiarse madres y padres para asegurar que sus menores tengan una relación estrecha con los libros, los autores y las historias.

  1. Visitar con regularidad librerías y bibliotecas, y revisar catálogos o páginas web sobre literatura infantil para conocer e investigar los acervos infantiles.
  2. Contar en la biblioteca de la escuela y de las aulas con acervos literarios de distintos géneros: poesía, narrativa, cuentos cortos, libros álbum. Renovarlos periódicamente y promover el préstamo de libros a domicilio.
  3. Organizar ferias del libro en la escuela para que las familias puedan elegir los libros que sean del gusto e interés de sus hijos e hijas.
  4. Promover entre las familias el uso de bibliotecas públicas para introducir la literatura en los hogares y también darles acceso a la biblioteca escolar.
  5. Invitar a la escuela a madres, padres y otros familiares para que lean al alumnado.
  6. Modelar la lectura. Los maestros, las maestras, los padres y madres de familia, deben ser buenos ejemplos lectores, si los niños y las niñas perciben que la literatura es importante para las personas adultas, lo será también para ellas y ellos.
  7. Propiciar que las niñas y los niños elijan los libros que desean leer. La decisión sobre qué leer constituye el primer paso para empoderar a un lector.
  8. Propiciar la lectura en diversos espacios de la escuela, no solo en el aula, y también en distintos momentos de la jornada escolar: la hora de entrada y salida, el patio del recreo, la biblioteca escolar, la enfermería, entre otros.
  9. Favorecer que los niños y las niñas accedan a los libros para leer de manera independiente o en compañía de alguien más, sea una persona adulta o algún compañero.
  10. Generar un ambiente seguro, cálido, cómodo, afectivo y disponer del tiempo necesario para que los niños y las niñas tengan múltiples oportunidades para disfrutar de la lectura de textos y de contemplar las ilustraciones.
  11. Leer en voz alta los libros de literatura infantil con pausas, entonación e intención, dando voz a los personajes. Transmitir y contagiar la emoción de las historias.
  12. Evitar que la lectura literaria tenga intenciones didácticas o moralizantes. Al finalizar la lectura, no es imperativo examinar el texto, se debe permitir que niñas y niños se queden con sus propios significados y no se han de imponer las interpretaciones adultas. Es conveniente organizar charlas literarias para que niñas y niños puedan comentar libremente acerca de lo que les gustó o no les gustó, pero también sobre las emociones y los pensamientos que les generó la lectura. Lo más importante de brindarles estos espacios es escucharlos con atención y respeto.
  13. Rehuir la lectura prematura en voz alta. No se recomienda obligar a niños y niñas a que lean en voz alta, cuando aún no tienen la suficiente fluidez para ser comprendidos. Intentar leer en voz alta antes de tiempo no sólo no favorecerá la fluidez lectora sino que propiciará disgusto en los menores.

Referencias:

Arizpe, Evelyn et al. 2014. Lectura de imágenes. Los niños interpretan textos visuales. FCE. México

Cerrillo, Pedro. 2016. El lector literario. FCE. México

Colomer, Teresa. 2010. Introducción a la literatura infantil y juvenil actual. Editorial Síntesis. España

Gianni Rodari. 1998. Gramática de la Fantasía. Colihue, Buenos Aires, 1998

Pennac, Daniel. 2018. Como una novela. Anagrama. Barcelona.

Texto publicado originalmente el 24 de enero del 2023 en Pluma púrpura, el Blog de MUxED, y con su permiso se reproduce en este medio.

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